Gracias por vuestra amistad

sábado, 6 de agosto de 2011

LA REINA DE AFRICA (Mi lucha contra la Agorafobia)

Hola amigos, tras un largo paréntesis motivado por asuntos personales, retomo mi blog y dado que tampoco he podido redactar nuevo material os ofrezco un segundo relato que, de alguna manera, pretende ayudar a las personas agorafóbicas que lo lean, o a sus familiares, a saber que luchando se puede vencer a esta dichosa enfermedad.

Este relato data del 25-2-2010. Como el anterior (UNA TARDE EN EL PARQUE) es completamente real y estaba dedicado a una persona que hoy ya no está a mi lado, pero que no por ello le resta valor como testimonio de que DE LA AGORAFOBIA SE PUEDE SALIR.





Esta mañana me he levantado con el sabor agridulce de  saber que  en mi lucha contra la agorafobia quedaba aún mucho espacio por recorrer, para alcanzar la victoria final.
Ayer, en un momento dado de la tarde, tuve un ataque de pánico de magnitud considerable, a causa del cual incluso tuve que pedir ayuda a mi marido para que fuera a rescatarme, ya que no me sentía con fuerzas para volver a casa sola.
Bien mirado, la cosa no fue tan terrible ya que, al menos, había logrado resistir en un entorno incomodo para mi equilibrio mental, aproximadamente durante una hora.
Sin embargo los éxitos de las anteriores ocasiones quizás habían alimentado mi sueño de poder sentirme libre de nuevo, en demasiado poco tiempo.
Por eso, esta mañana, no me sentía del todo bien. Creo que estaba enfadada conmigo y con el mundo.
Pero  no estoy dispuesta a que un problema, que creo solucionable, acabe con mi estabilidad emocional para siempre y mucho peor aún, que termine con la paciencia de mi familia y amigos y, por lo tanto, al mediodía he tomado una decisión ineludible: ¡tenía que volver a salir sola!
Y esa decisión no podía esperar, era de urgente cumplimiento. Tenía que salir sola, pero no por la tarde, ni al día siguiente, ni al otro, para ver si con el paso de las horas se me quitaba la angustia de ayer.
 ¡No! Tenía que salir SOLA, pero ¡INMEDIATAMENTE! Total ¿Qué problema había? Era de día, no tenía prisa y…. estaba empezando a llover… 
Y como da la casualidad de que a mí la lluvia me gusta…  pues… he cogido mi bolso, mis llaves y mi paraguas y le he comunicado a mi querido esposo mi  irrevocable decisión, con la correspondiente sorpresa por su parte, dado que pensaba que íbamos a salir juntos.
Por lo tanto y tras tomar una infusión de manzanilla,  para tratar de arreglarme el malestar que sentía en la boca del estómago ante la posibilidad de salir, he agarrado mis bártulos y me he lanzado a la calle con todas sus consecuencias.
El parque, un entorno bastante conocido para mí, me ha parecido la alternativa ideal para el paseo de esta mañana de Febrero.
El parque de mi barrio  se puede recorrer  bordeándolo  a través de varios kilómetros transitables y está acondicionado tanto para peatones, -muchos de los cuales practican  footing-,  como para dar largos paseos en bicicleta. Así que he comenzado a andar a lo largo del asfaltado camino rojo, mientras mi cabeza comenzaba, como siempre me ocurre en estos últimos dos meses, a inventar historias; esas historias que a veces vuelan con el viento y otras que en ocasiones logro transformar en relatos, que luego, vía email, le envío a mi querida y sufrida amiga.
Cuando salí de casa comenzaba a llover, pero, antes de llegar al parque la lluvia arreciaba con fuerza.
No obstante yo caminaba y caminaba y dejaba que la lluvia me fuese mojando la cara y el pelo; de alguna forma sentía que aquella humedad fría me ayudaba a encontrarme mucho mejor conmigo misma.
Llevaba unos diez minutos  mojándome y admirando el paisaje al mismo tiempo. Desde la zona superior, he  contemplado el lago, el mismo  que fotografié el día que nevaba. Ese día estaba precioso y en su cristal de hielo se reflejaban las luces de las farolas al anochecer.
Hoy sus aguas aparecían turbias y borboteaban al contacto de las gruesas gotas de lluvia que estaban cayendo; sin embargo su imagen actual seguía pareciéndome bellísima.
Llovía cada vez con más intensidad y yo seguía mojándome y mojándome, cada vez más.  Hasta tal punto que una señora que también caminaba por el parque,  justo en el sentido contrario, al cruzarse conmigo, me ha dicho ¡Te estás mojando guapa¡ ¿Qué pasa? ¿Es que se te ha olvidado el paraguas?
Después de las palabras de la amable y para mí desconocida señora, he sacado mi paraguas del fondo del bolso y he seguido caminando,  hacia abajo, unos cientos de metros.
Seguía caminando, mientras bajaba la cuesta que se acercaba cada vez más a uno de los extremos del parque. No sabía muy bien que rumbo tomar a continuación.

De repente, como si hubiera visto una luz, he sabido que tenía una misión por cumplir.

¡Tenía que volver allí! ¡Justo al lugar donde ayer comencé a sentirme mal! 
Necesitaba, sin remedio,  enfrentarme a mi terror y para ello no tenía más opción que encaminar mis pasos hacia  la Calle de La Reina de África.
Casi, como en una nube, me ví cruzando la calzada, que transcurre paralela al parque y por la que circulan muchísimos vehículos cada día.
La lluvia era tan fuerte que apenas me dejaba ver nada y el viento iba dejando cada vez más maltrecho mi pobre paraguas.
Más tarde  atravesé en diagonal algunas calles que, en cierto modo, intuía conocer.  ¡Debía de estar cerca!
Me crucé con un chaval y le pregunté ¿por favor sabes dónde está la calle de La Reina de África?  Sí,  me respondió,  es justamente la siguiente perpendicular, a la izquierda.
Con un punto de temor me dirigí hacia el lugar al que la mano del muchacho señalaba.
[La agorafobia se traduce en una situación de miedo, de  ansiedad, en un lugar público, o en cualquier lugar en que la persona que la padece no se siente segura. Por eso los agorafóbicos siempre tememos volver a ese sitio dónde se  produjo anteriormente la crisis  de pánico. En nuestro subconsciente queda almacenada la situación  desagradable y lo asocia al propio tiempo a un lugar determinado. En definitiva existe un temor terrible ante la posibilidad de pasar por idéntica situación en idéntico lugar, por lo que, a toda costa, tratamos  de evitar enfrentarnos con dicha posibilidad]
La Reina de África  es una calle muy larga. Cuando me encaré con ella, un escalofrió recorrió mi espalda.
 ¡Bien Alicia!, pensé. Lo primero es pasar justo por el sitio donde ayer tuviste el ataque de pánico. ¡Venga sigue adelante! Un paso, dos, primero muy despacio… más rápido luego… 
 En un momento dado he tocado la  pulsera de daditos de colores que anoche me trajo mi niña para animarme. Notaba que su tacto me daba fuerzas. Comencé a pensar en cosas que me distrajeran, aunque no lo lograba del todo.  La alarma roja de mi cerebro se había encendido porque sabía que el peligro estaba cerca. Sin embargo me sentía más valiente que ayer…
 Además siempre tenía la opción de tomarme una de mis pastillas...
 Las llevaba encima. No tenía porque haber  ningún problema…
Pero tenía que resistir, mi sistema digestivo se está deteriorando… Y además pensé en mi querida amiga…  ella sufre cuando  sabe que las tomo…
Seguí andando como podía, ya que el viento me daba de frente y aplastaba el paraguas contra mi cara. Tenía que continuar adelante, siempre adelante, adelante… Siempre temerosa ante la posibilidad de que volviera a pasarme lo de ayer…
Estaba nerviosa. Al mirar a mi derecha, me ha parecido reconocer, a lo lejos, algo que parecía ser la Avenida de Pablo Neruda. Una Avenida larguísima de varios kilómetros de recorrido.
Si este descubrimiento hubiese sido ayer, pensé,  seguramente  me hubiera ayudado a tranquilizarme un poco. Sin embargo ayer no lo vi… Ayer no fui capaz de ver nada.
Pero hoy era otro día y lo afrontaba todo con mayor lucidez.
Para facilitarme las cosas, podía optar por atravesar la calle, hasta situarme cómodamente en dicha Avenida, muy conocida para mí, pero ¡NO! ¡Mi objetivo a conseguir hoy era otro!
Tenía que seguir completo el recorrido que tanto me asustó ayer, para  hacer comprender a mi cerebro que las calles,  son solo eso ¡calles!, por más largas o anchas que sean; por mas edificios altos que las pueblen, por más zonas verdes que contengan. Que las calles, son solamente lugares que se pueden recorrer,  sitios de los que se puede entrar y salir con facilidad. Que las calles, que los grandes espacios, en general, no engullen a la gente. Que siempre suele haber en ellas transeúntes, tan normales como tú misma y que, casi con toda seguridad, te auxiliaran si lo necesitas.
Pensando de este modo y sobre todo pensando en mis seres queridos, he seguido fielmente el camino sobre mis pasos de ayer, uno a uno, hasta lograr ver a lo alto el cartel que anunciaba el Supermercado EROSKI y justo enfrente la Asamblea de Madrid.
Después, con paso cada vez más decidido he continuado caminando hasta el  Centro Comercial.
Era feliz, era inmensamente feliz porque había logrado enfrentarme a mi terror.

Por eso, cuando me vi reflejada en el baño del lavabo, con el pelo empapado y lleno de bucles por la lluvia; con la cara sonrosada por el viento; con un bolso bandolera que chorreaba agua por todos los lados y con un paraguas retorcido por los elementos climáticos, he sentido como, si de repente, tuviese 30 años años menos;  como, si de alguna manera mágica, los años se hubieran borrado de un plumazo y estuviese de nuevo en la veintena.
¡Ha sido increíble! Me hubiera gustado que me hubieses visto por un agujero.
Me sentía eufórica porque ¡Lo había conseguido! ¡Lo había logrado con mi esfuerzo! 
A la salida del Centro Comercial he recordado una canción, era una samba brasileña y me he puesto a tararearla.
Estaba alegre. Ahora solo me faltaba volver a casa. ¡Regresar a casa como ayer!, pero esta vez sola y andando.
Ayer no lo  logré, pero hoy estaba segura de que podría hacerlo.
 Y así lo he hecho. Seguía diluviando. Las calles más bien  parecían ríos y los coches me empapaban cada vez que se cruzaban en mi camino, pero a mí no me importaba nada. Solo quería seguir hacia casa.
A veces incluso apartaba un poco el paraguas para sentir como caían las gotas de lluvia sobre mi piel.  Supongo que algunos me habrán mirado incrédulos. Pero no me fijé porque no me importaba…
Creo que pocas veces en mi vida me he mojado más. Puede que esto me cueste un catarro pero te aseguro que, sea lo que sea, merecerá la pena.
Al entrar en el ascensor, toda yo soltaba agua, de tal forma que conforme iba ascendiendo hacia mi piso, notaba que un pequeño charco se iba formando bajo mis pies. Mi imagen reflejada en el espejo esta vez también me devolvía a esa Alicia, juvenil y alocada de hace unos años. La misma imagen que había observado hacía una hora en los lavabos del Centro Comercial. Era la misma imagen de la felicidad, pero corregida y aumentada por algo que no  te he contado todavía.
Metí la llave en la cerradura y entré en el recibidor de mi casa.
Ángel Mario estaba de nuevo preocupado por mí, sobre todo después de la experiencia de la tarde anterior y también porque  mi  improvisado paseo, previsto inicialmente, según mis  propios cálculos, para media hora, se había convertido en  una caminata de más de dos horas largas.

 Cuando he visto a mi  marido me he lanzado a su cuello.
 Nena ¿Dónde estabas? Me ha preguntado. Hoy también me has preocupado. Has tardado mucho más de lo que habías dicho y chiquilla ¿tu has visto como vienes de empapada?
 ¡No te lo puedes ni imaginar mi amor! ¡Estoy Happy!, ¡Estoy Happy!,  -como dices tú -, repetía eufórica y sonriente. ¡No puedo ser más féliz!
 ¿Pero dónde has ido?
 Si te lo digo no te lo vas a creer Ángel Mario: ¡He vuelto allí! ¡He vuelto a la calle La Reina de África! ¡Lo he logrado!, ¡lo he logrado!, decía yo  a gritos, dando saltitos por toda la casa,  mientras iba mojando el parquet, con tantísimo agua como soltaba mi ropa.
Pero Ali, ¡estás calada de arriba abajo! ¿No te has dado cuenta de cómo chorrea el agua?
 Ya lo sabía. Me había dado cuenta en la calle. Estaba calada hasta los huesos.
Las zapatillas de deporte estaban inundadas y en su interior los calcetines habían crecido tanto, en tan solo dos horas, que los pies me pesaban como piedras; lo notaba cada vez  que daba un paso, mientras oía  el chapoteo interior al presionar la planta del pie sobre las plantillas del calzado.
La impermeabilidad del anorak que llevaba puesto,  había tenido que ceder impotente a la  fuerza de la tempestad, de manera que el agua finalmente había traspasado hacia el interior, empapando absolutamente toda la ropa que lleva puesta.
Los pantalones vaqueros eran como dos mangueras azules, soltando agua por cada una de sus perneras.
Por supuesto me he tenido que cambiar de arriba abajo, incluyendo la ropa interior que también estaba chorreando.

En definitiva, bien mirada, parecía una fuente con varios caños. Toda yo chorreaba, pero chorreaba de alegría, chorreaba de felicidad. Porque hoy me sentía más viva que nunca. Como el día de la  nieve, como la tarde que paseé por el parque comiendo una piruleta roja, pero  aun más viva si cabe  que esos días. ¿sabes porque amiga de mi vida? Pues por razones que a algunos les pueden parecer niñerías pero que para mí son fundamentales:
¡Chorreaba felicidad!

Porque hoy había logrado volver a  LA REINA DE AFRICA, sin paralizarme de nuevo,  pero lo mejor, lo más maravilloso de todo es que lo había logrado SIN PASTILLAS.
Es la primera vez en años que salgo a la calle sin meterme en la boca un ansiolítico- ¿Qué te parece querida  amiga? ¿Estás contenta?

Ayer fue un fracaso a medias.
Pero hoy han sido dos GOLAZOS tremendos que le he metido de lleno a esa cosa que llaman AGORAFOBIA o algo así… y que gracias a ti he comprendido que se puede vencer.
Hoy he logrado volver al lugar donde ayer me encontré tan sumamente mal y por si fuera poco
Lo he hecho sin ayuda de los ANSIOLITICOS
… Esto es demasiado para mí… estoy que me salgo…
Sé que no puedo echar las campanas al vuelo.
Sé que todavía me queda un largo trecho por recorrer y que este trastorno es cíclico pero ¡NO PIENSO RENDIRME!
Porque creo que muchas cosas están ahora mismo de mi lado.
Hoy  incluso  la lluvia me ha ayudado a tener fuerzas…
Está  visto que todo lo que me están enviando desde arriba está colaborando a que yo me recupere, ya sea en forma de nieve, de lluvia, o de una persona maravillosa y sensible,  como la que me envío esta Navidad como regalo de Reyes y que tanto me ha ayudado con la fuerza de sus palabras y con su paciencia al leer las mías…



jueves, 5 de mayo de 2011

Carta de una abuela al Ratoncito Pérez



Era una tarde de Primavera avanzada y nadie daba crédito a sus ojos, ni a lo que su jefe el Ratón Mayor les estaba leyendo.

Todos en Ratonilandia estaban revolucionados por la novedad.

¡Habían pasado siglos y jamás habían recibido ni una carta, ni una queja!

Sin embargo ese día todo cambió, ya que, en un corto periodo de tiempo, el pequeño Matthew había perdido su segundo dientecito de leche.



Su abuela Emilia, estaba preocupadísima, ya que, -a pesar de saber que el Ratoncito Pérez siempre está atento a cada una de las piezas dentales que pierden los pequeñines-, pensó que quizás, al estar tan próximas entre sí las fechas, Pérez podría olvidarse de su niño bonito y por eso, la pobre mujer, buscó en todas las guías telefónicas del Reino Animal, hasta que encontró la dirección de la Secretaría General de Ratonilandia, gestionada desde tiempos inmemoriales por una casta de  Ratones, todos ellos apellidados Pérez, que, por supuesto, eran parientes del primer Pérez que fundó la empresa familiar, con el altruista  fin de hacer felices a los humanos pequeñitos de cada casa.

Desde el principio valoraron sus posibilidades. Eran de pequeño tamaño, con lo cual no podían transportar juguetes como Santa Claus o los Reyes Magos, pero si podían hacer surgir una sonrisa con una golosina o con una moneda.

Pero volviendo  a la preocupada Emilia, concluidas sus gestiones de rastreo y localización del paradero de sus ratoncitos, ni corta ni perezosa escribió su carta, a la dirección hallada. En principio pensó  en llamarles por teléfono pero la voz de la experiencia le dijo:


¨Mejor por escrito Emilia...mucho mejor por escrito¨...



Ratones Pérez y Cía.
RATONILANDIA
Sección: Dientecitos de Leche
(A la atención del Ratón Mayor)

En Madrid, a 12 de Abril de 2011


Hola, buenas tardes, señores ratones,
Les escribo esto por propias razones,
Más sin intención de echarles sermones,
Por eso sincera, pido mil perdones.


Matthew, mi niñito, perdió, hace poquito,
Un diente de abajo, un diente chiquito.
Ratoncito vino y le dejo un presente,
Y al verlo mi niño rió alegremente.


 
Hoy,  a mi niño precioso,  se le ha caido otro diente,
Y quiero pedirles que estén muy pendientes.
¡Dejen la moneda bajo su almohadita
para el que la encuentre, al meter su manita!



 Matthew es mi tesoro, mi sueño, mi vida
¡Y si él no es feliz yo me encuentro hundida!
Para los niños mágica es, la labor de su gremio.
Por favor se lo pido ¡no olviden el premio!




Firmado: La abuela de Matthew.



Como es lógico, una vez repuestos de su sorpresa, y después de debatir ampliamente sobre aquella extraña misiva, todos los ratones volvieron a su trabajo y NO, por supuesto que NO SE OLVIDARON de la segunda moneda de Matthew, ni tampoco se olvidarán,  jamás, de las otras muchas que tendrán que depositar debajo de su almohada, en un futuro cercano.



Sin embargo, algo es seguro: la carta de Emilia, tuvo mucho impacto en Ratonilandia.

Tanto es así que el Ratón Mayor la tiene enmarcada en su despacho, en un lugar bien visible para recordar a todos los ratoncitos que nunca deben despistarse en su labor.


 Siempre que un diente de leche se desprenda de las sonrosadas encías, de un niño o de una niña, a la mañana siguiente encontrarán muy cerca de su carita una sorpresa...



 F I N








Al final me he animado a colgar el cuento;
¡después de todo tu me lo inspiraste!
Con cariño para Matthew y su abuela Emilia.
 Alicia
12/04/2011 - ©

(Imágenes recogidas de Internet)

domingo, 24 de abril de 2011

CONTANDO HASTA OCHO

 Hola cariñito, hacía un mes que no te contaba nada desde mi blog. Cada vez estás más grande y mas fuerte y dentro de poquito comenzarás a comprender lo que la tita te escribe, pero de momento limítate a seguir haciendo todas esas gracias que nos tienen loc@s a tod@s. Eres nuestro solecito. Te quiero chiquitín.


1.- (UNO). Tus encías están sonrosadas y solitas aún, pero muy prontito te crecerá tu primer diente. Cuando tengas más piezas, tus dientecitos y muelas te ayudarán a  cortar y masticar la comida.
Será tu dientecito de leche número UNO (1)



2.- (DOS). Mi bebé tiene dos ojitos, azules y preciosos. Uno se llama ojito derecho y el otro ojito izquierdo y sirven para mirar las cosas.


¿Cuantos ojitos tiene Alonso?
Alonso tiene DOS ojos (2)



3.- (TRES). El nene tiene dos abuelitas y un abuelito que le quieren mucho.





Tienes TRES ABUELITOS : Manana, Mama Chiqui y el LLallo.
3 abuelitos tiene Alonso (TRES)
(más el abuelito Ildefonso, que te cuida desde el Cielo)




4.- (CUATRO), Las pizarras suelen ser rectangulares. Y los rectángulos tienen cuatro lados. Sirven para muchas cosas: dibujar, escribir, poner números...


Las pizarras tienen  CUATRO lados (4)

...

5.-  (CINCO). Te gusta mover tus manitas, para jugar a los cinco lobitos. Que bien te lo pasas  dando  ¨palmas- palmitas¨ y haciendo el galapaguito...

Alonso tiene dos manitas.



Y cada una de las manitas de Alonso tiene 5 (CINCO) deditos)




6.- (SEIS). Un dado tiene seis caras. Y cada cara está numerada con puntitos del 1 al 6. Ya verás que bien nos lo vamos a pasar jugando al Parchís y a la Oca.

 

¿Lo ves Alonso? Esto es un dadito y tiene 6 (SEIS) caras

7.- (SIETE).- En Geometría (que  es una rama matemática que se ocupa de las propiedades de las figuras en el plano y en el espacio, uffffffffff¡¡¡¡¡¡¡) existe una figura llamada heptágono (que difícil cariño ¿verdad?). Bueno esto lo aprenderás cuando seas muy mayorzote y vayas al colegio. El caso es que los heptágonos tienen siete lados.




La tita te ha buscado un heptágono muy bonito, para que veas  sus 7 (siete) lados y de paso una estrella de 7 (SIETE) puntas.


8.- (OCHO). Y ahora viene lo mejor de todo: Nuestro bebito cumple hoy 8 mesecitos Cada día está más grande, más guapo y más listo. Es nuestro solete y nos tiene loquitos.




 Y por eso sus titos te van  a regalar una tele musical, a cuerda, muy parecida a esta. Sólo cambian un poquito los colores. Seguro que te va a gustar chiquitín.

¿Cuantos meses cumple mi bebito?
  El nene cumple  hoy 8 (OCHO) mesecitos.   

¡Y HA DICHO POR PRIMERA VEZ ¨PA-PA¨


ALONSO DORMIDITO 14-4-2011

Feliz  8º cumplemeses, mi amor
Te quiero muchísimo
Tu tita Ali
24-04-2011


MUCHOS BESITOS


sábado, 9 de abril de 2011

UNA TARDE EN EL PARQUE (Relato de una agorafóbica)

SABEIS LO QUE ES LA AGORAFOBIA?
La agorafobia es un trastorno de ansiedad que consiste en el miedo a los lugares donde no se puede recibir ayuda, por temor a sufrir una crisis de pánico.

La agorafobia es miedo al miedo. Los agorafóbicos temen las situaciones que puedan generarles sensaciones de ansiedad, miedo a la propia activación fisiológica y a los pensamientos sobre las consecuencias de experimentarlas, como la idea de morir.

Desde hace unos años vengo padeciendo agorafobia cíclicamente. Ahora me encuentro mejor y por esta razón me he decidido a plasmar este relato por si me experiencia le puede resultar de ayuda a alguna persona.

Es largo, así que supongo que no tendrá demasiada audiencia, pero ya sabéis mi teoría: apuesto por la CALIDAD de mis lectores y no por la CANTIDAD. Espero que os agrade a los que os animéis a leerlo hasta el final.
Un beso.

Alicia.






Hoy día 17 de febrero de 2010, a las 5 y medía de la tarde,  he logrado salir sola, una vez más.

Era el momento de abrir la puerta que me llevaba al exterior, pero me he sentido tranquila al  notar el frío acariciando mi cara.

He caminado, al principio sin rumbo, inventándome historias que me hacían reír, sin pensar a donde iba ni en cómo me encontraba…

Estaba más relajada que de costumbre. Caminando y hablando conmigo misma ¡que estupenda sensación!

Al cabo de un cuarto de hora me he dirigido hacia la Biblioteca, uno de los lugares que más me gustan de mi barrio y allí he tenido la oportunidad de husmear entre los libros, de investigar que películas habían traído… qué nuevos fondos habían llegado en mi ausencia de meses.

Los libros, mis queridos amigos…  amigos verdaderos que forman parte de mi vida, hasta el punto de que jamás he sido capaz de tirar a la basura ni uno sólo de ellos…,por más viejito o desgastado que esté…

Los amo desde que  mi papá me enseñó a leer  los 3 años, aunque no aprendí en los libros sino en prensa diaria.

¡Ya veo Señor Destino, que tenías decidido lo que yo debería ser de mayor… y  también lo que, finalmente, no me has permitido ser!

Al menos, tengo el consuelo de que, aunque más tarde el viento se llevara mis sueños de periodista, dejaste conmigo la musa, para que pudiera utilizar la palabra cuando quisiera, como hoy lo hago.

He tenido un momento de debilidad, me sentía mareada entre las estanterías, notaba  una extraña sensación, era como si la luz disminuyera ante mi vista.

He estado a punto de echar mano de otra pastilla…Pero he logrado evitarlo, aunque notaba los latidos del corazón dispararse y esa especie de mareo que odio tanto.

He tratado de no pensar en ello y me he centrado en acopiar fuerzas para formalizar el préstamo de los documentos que me quería llevar.

En concreto, esta vez han sido cuatro, las cosas que me interesaban:

Un libro, “La Dama de Duwusib· de Eduardo Garrigues

Y tres DVD, a saber:

“Daddy Nostalgie” de Bertrand Tavernier

“La Calle de las Rosas”, de Margarethe Von Trotta

Y, finalmente “ Los Mann (La novela de un siglo)”, que es  en definitiva  una miniserie con la biografía, en 3 discos,  del Premio Nobel de Literatura Thomas Mann.

De paso he aprovechado la ocasión para saludar a una de las bibliotecarias, una chica muy amable, a la que llevaba tiempo sin ver, ya que no había vuelto a la Biblioteca, desde antes del verano. La muchacha, tan agradable como siempre, incluso me ha preguntado  si es qué ya no tenía ganas de visitarlos...

Os podéis figurar...la Biblioteca… ¡mi vicio particular!

[Menos mal que durante los  meses que he pasado en Guadarrama, acompañando a mis padres  y huyendo del calor y de la pintura de las paredes de mi casa, (principalmente porque los olores fuertes suelen causarme alergias respiratorias)  he podido disfrutar de la pequeña y preciosa Biblioteca Municipal del pueblo, en la que no la faltaba de nada… Hasta Wifi tenía…. Anda que no he disfrutado allí, leyendo la prensa, contestando emails en mi portátil y sobre todo sacando libros ¿Cuántos libros habré leído este verano desde que me hice el carnet de lector, a finales de Julio? 15, 20, Creo que más, en dos meses , y menudos tochos por cierto… ]

Tras bajar las escaleras de la primera planta, antes de dirigirme a la puerta de salida he visitado una pequeña exposición de pintura que había allí mismo. ¡Me ha gustado hacerlo! aunque seguía encontrándome mal…

Había transcurrido  más de media hora desde que salí de casa.

- Bueno ¿Qué hago ahora?
- ¿Corro a refugiarme entre mis cuatro paredes, o continúo?

Elijo continuar con mi paseo… 

He subido la cuesta que lleva hasta el parque y cada vez  he ido encontrándome mejor.

Volvía a sentir el aire en la cara y recuperaba la normalidad en la respiración. Los latidos eran más lentos. El sudor menos intenso…

- ¡Animo Alicia, no te vengas abajo!.¡Un poco más y habrás llegado!, me repetía mentalmente.

(Los agoráfobicos, - o al menos yo, necesitamos una meta, un sitio concreto en el que aterrizar, supongo que debe ser para controlar el espacio y no darnos cuenta de lo grande que es todo lo que nos rodea…)

Ya  estaba en el parque; en el mismo parque en el que fui tan feliz hace poco más de un mes, el día de la nieve; la última vez que había salido sola de casa, exceptuando la semana pasada, en la que ayudada por  la nostalgia y la necesidad de ver a mi amiga del alma y al apoyo de mi marido y de mi hija que me animaron tanto,  logré salir tranquila de mi encierro y pasar una tarde maravillosa.

 Guadarrama, el pasado verano del 2009,  en contacto con la Naturaleza, yo sola con mi cámara, yo sola en la Biblioteca Municipal…. Allí también se obró el milagro…. de poder ser autónoma, sin depender de mis muletas familiares ¡pobrecillos!, aunque mis padres siempre andaban con la mosca tras la oreja en cuanto tardaba un poco…]


A mediados de Octubre, después de la fiestas del Pueblo, volví a Madrid. Me reencontré de nuevo con mi casa, con mis hijos y sobre todo con mi marido del que jamás me había separado anteriormente por tanto tiempo .(He de decir que nos veíamos todas las semanas, aunque el regresaba a Madrid para continuar con sus ¨chapucillas¨ mientras yo me quedaba disfrutando del veranito serrano y de las compañía de mis papis)

A las pocas semanas decidimos irnos a Benidorm, a recuperar nuestra convivencia.

El mar tiene un influjo especial para mí. A veces pienso que en mis vidas anteriores he tenido que ver algo con él.

Cuando hace buen tiempo, siempre que podemos, nos alojamos en algún hotel que esté en primera línea de playa, para  ver el mar desde la terraza…  ¿que bonito verdad?

Pero, en realidad, la razón más importante y menos poética es que de este modo, sintiendo  que la ayuda  está cerca (Ángel Mario) puedo bajar sola a la playa, (sobre todo por las tardes, cuando mi maridito, -a quien no le gusta rebozarse en la arena tanto como a mi- prefiere dormir la siesta o bien ver la tele, leer, jugar con la consola  o lo que se tercie.… pero siempre cómodamente aposentado en la habitación).

Yo prefiero aprovechar el tiempo a mi manera: paseando por la orilla mientras invento poesías que nunca llego a escribir, tumbada en la arena escuchando música y sobre todo contemplando el vaivén de las olas….

 Pero antes de bajar… monto todo un ritual. ¡Madre mía!.

Ángel Mario me hace repasar que llevo todo lo imprescindible para mi supervivencia durante el tiempo que voy a permanecer “fuera” de la habitación:

 ¿Llevas el agua? –Por si tengo sed-.

¿La gorra? –Por si me da demasiado el sol- .

 ¿La esterilla? –Para que esté tumbadita si  me apetece-,

¿La radio? –Para que me entretenga y no piense-.

 ¿El gorro de baño y las gafas de natación? –Por si antes de subir decido pasar por el SPA del hotel a darme un chapuzón-.

 ¿La toalla? – Para secarme después del chapuzón-.

¿El periódico o alguna revista? –Para que me siga entreteniendo si no tengo suficiente con la radio- .

¿La tarjeta de la habitación? –Por si quiero vover y  él está dormido y no me oye-.

¿…………?  Y así un montón de cosas más.

Previamente, claro está, le hago encender su móvil y yo me bajo, por supuesto el mío “por si acaso”.  Por fin, cuando lo tengo todo salgo a la calle y Ángel Mario me dice adiós con la manita  (literalmente) desde la terraza, donde continua sin moverse hasta que me ve situada en un lugar adecuado de la playa…. Después  de todo esto el pobre se echa por fin,  -ya libre de mi presencia-, la siesta o se entretiene como le apetezca en ese momento.


Pasó el tiempo y llegó Diciembre, las compras navideñas y todos los preparativos.

Las cosas comunes o que no eran sorpresa, por ejemplo todo lo relacionado con la propia celebración de las Fiestas, o con los regalos de nuestros hijos y demás familia, las comprábamos juntos y de este modo he podido disfrutar de la luces de neón de la ciudad.
Además, desde que volví del pueblo he decidido que voy a tratar de disfrutar lo máximo que pueda de la vida cultural de nuestra Ciudad y hasta he logrado convencer a Ángel Mario de que así  sea, lo que no quita para que reconozca que quizás me pasé un poquito y al final teníamos la Agenda bastante cargada de actividades.

En resumen, el pasado Diciembre no he tenido un solo minuto para aburrirme, porque transcurrió como un continuo ir y venir por todo Madrid, con visitas al cine, al teatro, tanto musical como convencional  y a no se cuantos espectáculos más que me encargué personalmente de reservar (ESO SI SIN MOVERME DE CASA).

En cuanto a las compras no comunes, por ejemplo nuestros respectivos regalos, cada uno  hemos actuado por separado y según nuestras posibilidades:

Ángel Mario, siempre en el coche,  haciendo innumerables visitas a las tiendas.

Mientras tanto yo también visitaba tiendas… virtuales, en Internet, para comprar sus regalos.

Es cierto que llevo dos años comprando por Internet (para él)… de este modo me traen a casa lo que quiero y no tengo que salir. 

La ventaja es que es cómodo y bastante fiable.

Lo que no me gusta  nada es comprar a distancia por necesidad. Me gustaría hacerlo en todo caso por placer o por pura vagancia.


[El caso es que yo creía que la prejubilación iba a ser para mí como “el bálsamo de fierabrás” que todo lo curaba. Sin embargo, al pasar los meses, he tenido que reconocer que me falta algo más que el tiempo y el dinero que me regalan por no hacer nada… Yo centraba mis esperanzas  en la nueva situación sobre todo pensando en que podría estar junto a mi marido todo el día; salir con él, viajar con él, en fin….todo con él.  Sin embargo el tiempo me han dado otra lección:Todos los humanos necesitamos un poco de tiempo y también de espacio para estar solos, para charlar con nosotros mismos o con otras personas. Una relación no puede basarse en pasar las 24 horas de los 365 días del año, pegada/o a tu pareja…

No obstante, para mi  supone un problema relacionarme  porque aunque tengo amig@s, me siento más segura entre las paredes de mi casa, donde estoy a gusto, con mi ordenador, con mis cosas…  Así que cuando mi marido sale, a dar una vuelta, a comprar algo y me quedo sola, soy consciente del aislamiento al que mi mente me somete y de que al dejar mi lugar de trabajo (de lo que por cierto estoy encantada, ya que tiene muchísimas más ventajas que inconvenientes),  y a donde tenía que asistir puntual y obligatoriamente, -con mareos o sin ellos, pues jamás tuve una baja médica, en parte porque yo me había impuesto a mi misma la obligación de NO FALTAR AL TRABAJO-, he perdido totalmente la autonomía y la relación personal  que me suponía aquel entorno…. ]

El 11 de Enero de 2010 cayó en Madrid una gran nevada y ese día me sentí especialmente animada.

 A las 5 de la tarde, cogí mi cámara (bueno en realidad la de Ángel Mario que es fantástica) y disfruté como una niña tomando fotos en el parque. Lo fotografíe  absolutamente todo, los arboles con las ramas blancas…; los niños deslizándose por las montañas artificiales, a lomos de improvisados trineos de cartón…; Los curiosos, resguardados por sus anoraks  y por esos gorros de montaña que aquí en Madrid, casi nunca podemos utilizar…;  Los perros  jugando con sus dueños, en el paisaje blanco…; Padres e hijos tirándose apretados copos…; El estanque helado… ;  Un banco solitario…; La hierba, asomando verde y tímida, a través de la  nieve…. ¡Y tantas cosas más…!

No me paré apenas. Seguía andando mientras captaba imágenes. Me alejaba de mi mundo, de las cuatro paredes que me protegían. Quería seguir más allá, más allá… No pensaba en nada. Ni siquiera en que hacía mucho frío. Tenía las manos y la punta de la nariz congeladas, pero era inmensamente FELIZ…

Y mientras caminaba continuaba haciendo fotos sin parar, quería llevármelo todo a casa y enseñárselo a los míos.

 Llegué casi hasta el final  del parque, atravesando el paseo nevado y allí  encontré a un muñequito de nieve solitario y con ganas de que alguien lo saludara. Me sorprendí al verle y, como  si fuera una niña, me detuve a hablar un momento con él.

Y le dije ¡Pero hombre! ¿Qué haces tú aquí? ¡Qué cosita más linda!.


Me había alejado muchísimo de casa, así que poco después tuve  que vencer la tentación de quedarme allí horas y horas, contemplando aquel paisaje y volví sobre mis pasos , dejando  sin querer  las huellas de mis botas en  zonas nevadas que,-hasta que llegué yo- nadie había pisado aún, aquella tarde.

Estaba anocheciendo pero el brillo que desprendía el blanco de la nieve era maravilloso. La luz de las farolas se reflejaba en el estanque helado. La gente comenzaba a marcharse, pero yo me sentía como si estuviera en el paraíso.

¡Tenía que volver a casa!. Todos estarían preocupados por mí, porque  les había dicho que salía un momento y que volvería enseguida y ya llevaba más de dos horas fuera.

 ¡Fuera y gozando como nunca… ¡

Subí las escalerillas del parque y seguí caminando por el borde la calzada. ¡Que bello estaba todo, Dios mío! No me sentía SOLA en absoluto. Era como si algo divino estuviese a mi lado, protegiéndome constantemente en mi paseo.

En la vereda encontré un gran trozo de nieve sin mancillar y con la única ayuda de mi dedo dibuje…. Un corazón y una flecha atravesándole y en cada extremo tracé con cariño nuestras iniciales “A” y “AM” , -Alicia y Angel Mario-, como solía hacer cuando éramos casi unos adolescentes.

Después quise inmortalizar aquel momento y saqué una fotografía. Estaba oscuro, no me quedaba apenas batería y el flash de la cámara falló varias veces- Al final logré hacerla y  aunque no se ve demasiado bien, significa mucho para mí y tambien para mi marido  ya que le hizo muchísima ilusión cuando, más tarde, se la enseñé.

Seguí caminando hacia casa  pensando en la tarde diferente y mágica que había pasado y salvo  porque una rodilla me falló al subir las escaleras de mi bloque y al final me caí sobre una pierna, puedo decir que en conjunto  pasé unas horas  inolvidables.

Subí en el ascensor y en el corto trayecto, hasta mi piso, pude contemplar en el espejo , mi cara enrojecida por un frío tan intenso, que a pesar de llevar bufanda y un grueso gorro, me había penetrado hasta los huesos.

Sin embargo, a pesar del frío y de que iba cojeando por el golpe que me había dado,  cuando abrí la puerta de casa, una  sonrisa recorría mi rostro de oreja a oreja.

¿Dónde estabas cariño? Me preguntó Angel Mario. ¡Estábamos preocupados! Pero  enseguida vieron mi cara de felicidad  y lo entendieron todo.

Lo que hice a continuación, en cuanto me despojé del anorak y de toda la ropa empapada, fue enseñarles toda orgullosa  las casi 300 fotos que había hecho…. ¡Y no hice más porque se me acabó la batería….!

Desde aquel día no había vuelto a pisar la calle más que acompañada. Hasta hoy, en que como ya he dicho después de salir de la Biblioteca he vuelto a mi Parque,  que,  aunque no está nevado, sigue precioso.

He disfrutando  dando una vuelta por sus caminos, contemplando los arboles desnudos, y el verde de los pinos.

Me he acercado al estanque y he visto salir el agua de los surtidores de las fuentes…. ¡Que bonito estaba todo!

Me he sentado en el borde del laguito a meditar un rato. Sentía la humedad del agua  a través de mi anorak verde. ¡Pero no tenía frio!

Después he mirado en mi bolso y he sacado una piruleta roja, como las que comía de pequeña.

Me la habían regalado el día que estuve viendo  en el teatro el musical  “El Mago de Oz” y allí estaba hoy, dispuesta a ser degustada por  Alice in Wonderland, la niña que llevo en mi interior. 

He quitado el papel que la envolvía y me la he metido en la boca lentamente, paladeándola durante un par de minutos… sin pensar en nada más.

Mas tarde, como sucedió el día de la nevada, he caído en la cuenta de que tenía que volver a casa. ¡Angel Mario estaría preocupado!

Cuando he salido el no estaba porque tenía cosas que hacer estar mañana y por eso no podía tener constancia del tiempo que yo llevaba fuera;  aunque le había dicho  que lo mejor me marchaba un rato a la Biblioteca…  y él, como siempre, me había dado toda clase recomendaciones ¡sobre todo que no se te olviden la llaves!

Que me llevara las llaves era lo principal para él:  Era imprescindible para que me sintiera segura. Para que supiera que si al fin me atrevía a salir, podría volver y entrar en casa en cualquier instante…


Pero  desde esa conversación habían transcurrido varias horas. Por eso, he recorrido deprisa el camino de retorno, sin pensar siquiera en utilizar el móvil ¡que despiste! . Móvil que, por cierto, en muchas ocasiones, me acompaña “apagado”…. ¡como para localizarme…! ¿verdad?

Esta vez, al salir del ascensor no cojeaba, como el día que nevó. Hoy llevaba todavía el palo de la piruleta roja  entre los dientes. En el ascensor me he mirado la lengua y me ha alegrado verla roja, tan roja como cuando era pequeña y comía piruletas rojas… y de nuevo he sonreido.
 
He abierto la puerta con mis llaves.

Mi marido me ha oído entrar y me ha dicho desde lejos
- ¿Cómo estás cariño?

Había preocupación en su rostro,  porque en mi precipitación por salir, antes de que se hiciera demasiado tarde, he dejado sobre la cama un cajón de la mesilla, con cosas desordenadas en su interior y sobre la mesa del ordenador un puñado de fotos de nuestra juventud , todas extendidas y con aspecto algo caótico.

Lamento el descuido porque nunca pensé que le pudiera afectar una cosa tan simple. Las fotos estaban allí pero simplemente porque estaba tratando de buscar algún signo del pasado que pudiera compartir con una amiga ...(con una amiga  a la que, por cierto, adoro).

- ¡Tenía el corazón en un puño!  -me ha dicho -   y me ha dado un beso… 

- ¡Estaba asustado porque no sabía que pensar!. ¡Tu no sueles actuar de este modo!... Al ver las fotos medio tiradas he pensado que habías tenido un ataque de nostalgia y no se…

He sentido pena y amor:

 ¡PERDONAME CARIÑO, HA SIDO UN DESCUIDO YO NO QUERIA ASUSTARTE, SOLO QUERIA QUE ESTUVIERAS ORGULLOSO DE MI!



En ciertos momentos de esta tarde mi cabeza me decía NO, pero mi corazón insistía en que ….  PODIA LOGRARLO, DEBIA INTENTARLO AL MENOS…

HAN SIDO CASI DOS HORAS  Y “SOLO” CON UNA PASTILLA ¡ HOY LO HE CONSEGUIDO Y ME SIENTO RECOMPENSADA DEL ESFUERZO!

Y  ese esfuerzo lo he hecho por dos razones:

La primera  razón SOY YO.  Tengo que intentar estar "a tope" para disfrutar de la vida y  de lo mejor de mi vida que sois TODOS VOSOTROS...

Y la segunda -que es muy parecida a la primera- sois  unas vez más VOSOTROS,  los que que estais a mi lado y conocéis mi problema. Los que me quereis  y estáis haciendo lo imposible por ayudarme.

SOY CONSCIENTE DE QUE EL CAMINO VA A SER LARGO Y DURO PERO QUIERO SALIR DE ESTE BACHE Y CREO QUE LO LOGRARE SI ME SEGUIS ARROPANDO….

¡GRACIAS A TODOS POR AYUDARME A SEGUIR LUCHANDO!

¡OS QUIERO CON LOCURA!


Dedicado a mis padres,  a mi marido  (GRACIAS CARIÑO), a mis hijos, a mi hermano,  a mi suegra, a mis cuñados, a mis amigos y amigas, a toda mi familia en general, a todas mis personas queridas que ya no están aquí, pero que sé que me están ayudando desde arriba con todas sus fuerzas.

También quiero dedicar este relato a todas aquellas personas que, en mayor o menor grado, padezcan agorafobia, con un mensaje de ánimo:

¡PODEMOS Y DEBEMOS SALIR DE ESTA SITUACION! ¡NOS LO DEBEMOS A NOSOTROS MISMOS Y SOBRE TODO SE LO DEBEMOS A LOS QUE NOS QUIEREN Y NOS NECESITAN!


(NOTA.-  CADA PALABRA INCLUIDA EN ESTA NARRACIÓN EN ABSOLUTAMENTE REAL)